Compartimos el testimonio de una joven que asistió al Cottolengo Don Orione el fin de semana del 25 y 26 de agosto.
«Esta fue la primera vez que fui a Cottolengo Don Orione. Es muy difícil explicar todo lo que se siente en solo esos días. Al principio no entendía por qué estaba ahí, ni cuál era mi misión. Pero apenas llegás, te encontrás con al menos una persona que te regala una sonrisa.
Estar ahí es ir a estar con ellos sin necesidad de hablar, es sonreir y ver a través de ellos. Es poner música y bailar y cantar con ellos. Es encontrar los mil y un motivos que ellos tienen para seguir sonriéndole a la vida.
Recién cuando volví me di cuenta de todo lo que se puede sentir ahi. Es acordarme y darme cuenta que venían y decían “te quiero mucho” “sos mi amiga”. Son personas tan puras que me transmitieron mucha paz y mucho amor. Un día allí, fuimos a llevarles la merienda y fue algo muy lindo porque veías como mientras les dabas de comer, ellos se reían o sonreían de la manera más grata.
Yo aprendí muchísimo de ellos porque me mostraron lo que significa el amor. “No hay nada más lindo que el silencio” o “mi mejor amiga es María” son frases que todavía me resuenan en la cabeza.»
Este testimonio como muchos otros fueron los que estuvieron jugando, comiendo y compartiendo el amor de Cristo en el Cottolengo ese fin de semana de agosto, en otra misión para los jóvenes de San Martín de Porres
